Cómics de Panamá

Repositorio digital de arte secuencial panameño.

Nuestra historia en Cómics

El arte secuencial panameño ha estado presente desde hace mas de 100 años, nuestro objetivo es dar a conocer estas obras, a sus autores e ilustradores y conectarlas de forma directa con el fandom.

Más de 100 años de arte secuecial

Texto extraído del ensayo “Deseo Autóctono” por Alexis Zuleta Garcia.

Caricatura Panameña

Panamá es un país que vive una contante absorción multicultural, lo que influye en los inicios del arte secuencial local. 

Sus primeros referentes fueron la caricatura periodística estadounidense, la historieta mexicana, francesa y suramericana. Sus diversos puntos de vista, expresiones artísticas, humorísticas, sus dibujos y la manera satírica en la que maximizaron las situaciones cotidianas o extraordinarias ayudaron a poner en marcha la expresión gráfica local.

De esta manera se recuerdan los inicios del arte secuencial en Panamá. Sus primeros rastros se pueden encontrar dentro de los medios impresos del país a finales del Siglo XIX de la mano del primer caricaturista panameño Mariano Soto, que recibe una oportunidad de trabajo en el Diario de Panamá como parte del equipo de distribución (Del Vasto, 2014). Es dentro de este ambiente artístico-periodístico, que logra absorber las técnicas y procedimientos necesarios para plasmar sus propias ideas en papel. No es hasta mediados del Siglo XX que el arte secuencial local logra alcanzar un lenguaje propio —o autóctono— en los principales diarios del país.

El lápiz de Eudoro (Lolo) Silvera (artista plástico, escritor y caricaturista), sirvió como punta de lanza de la expresión gráfica local.

Él utilizó un estilo que se nutrió del ojo crítico, las costumbres, el folklore, las experiencias, los sucesos, la historia política y social de Panamá para crear caricaturas que conectasen con los lectores a través de los años. Lolo cultiva un estilo de caricatura coloquial que inspira a las próximas generaciones de caricaturistas locales, quienes, a base de esfuerzo y creatividad, logran consolidar un espacio para la narrativa gráfica local dentro de los medios de comunicación impresos.

Un ejemplo del auge que logra alcanzar la caricatura local en los medios impresos del país es el caso del diario de carácter humorístico El Camaleón (1991-2003).

El mismo fue un proyecto que fidelizó a una gran parte de los consumidores de la prensa local. Iniciando su circulación como un suplemento impreso del Diario el Siglo, pero que, gracias a su frescura, popularidad e inclinación a la sátira, llega a generar una gran necesidad de consumo, esta aceptación los motiva a lanzar una versión impresa independiente.

Como invitado en el conversatorio, El desarrollo del cómic y manga en Panamá, organizado dentro del marco de La Feria del Libro en 2020, Jhoram Moya (caricaturista, diseñador y realizador integral de cine y animación), parte del staff original de El Camaleón, comenta lo siguiente: «Obtuvimos un gran éxito en ventas a nivel nacional, nos influyó mucho todo lo pasado en la invasión y post invasión3. Las lluvias de ideas se realizaban entre doce caricaturistas, veíamos muchas noticias e investigábamos mucho. Todos éramos fanáticos de la cultura pop, Star Wars, el cine, todo esto influía mucho en el contenido del periódico. Para nosotros, no solo era escribir una historia y ya, debíamos tener los conocimientos profesionales y técnicos para contarlas».

Lo conseguido en ese entonces por este grupo de artistas locales no ha logrado ser repetido. Los avances tecnológicos o la significativa reducción de los procesos de ilustración no han ayudado a crear una conexión similar entre el autor local y los lectores.

Más que un producto para consumo de carácter humorístico, El Camaleón (Un rato con el gobierno y otro con la oposición), fue un movimiento que exhibió el compromiso, dedicación y la necesidad de expresión de una generación que vivió una época llena de sucesos históricos en Panamá. Es posible afirmar que este proyecto de comunicación gráfica es el gran referente de lo exitoso que puede llegar a ser el arte secuencial, si este se logra posicionar entre los lectores.

La caricatura se mantiene como medio de expresión en los diarios nacionales, en sus versiones impresas, digitales y también en sus redes sociales, lo cual representa un retorno económico para el caricaturista local.

Cómic Panameño

El éxito y la buena recepción de la caricatura periodística inspira al ilustrador panameño a expresarse a través de otra forma de arte secuencial, la que hoy día conocemos como Cómic.

Si hablamos de los primeros intentos de realizar un libro de cómic panameño (hecho y distribuido por panameños), tenemos que remontarnos a los años 70/80, en donde hay dos posibles candidatos.

Julián Pérez (autor del cómic panameño El-Quasar) considera que el cómic Victoriano Lorenzo4, El cholo guerrillero (1970) del autor Néstor de Icaza, puede ser el primer cómic panameño en su totalidad, ya que fue escrito, dibujado e impreso en Panamá. Como protagonista de la escena local, Julián aporta datos históricos del cómic local durante el desarrollo de la investigación, El posicionamiento y visibilidad del comic y manga de Panamá (Zuleta, 2021), «Néstor de Icaza, que fuera conocido como Juan Carrete en los años ochenta (representando a este personaje en la Radio y Televisión panameña), era dibujante y muy nacionalista, hizo el comic de Victoriano Lorenzo, sus páginas son hermosas, se hicieron a plumilla, en blanco y negro completamente y el trabajo está muy interesante».

Otro de los posibles candidatos a ser el primer libro de historietas o cómic, totalmente panameño, llega de la plumilla del caricaturista y pintor Armando Díaz, mejor conocido entre los entusiastas del arte secuencial local bajo el seudónimo Ologuagdi «Pedro Prestán5, bajo el furor de las tormentas», con guion de Rómulo Bethancourt Arosemena. Esta historia muestra los controversiales sucesos acontecidos en el año 1885 en la Ciudad de Colón, Panamá.

Estos primeros pasos sirvieron como la base para que, años después, otros artistas continuaran con esta ilusión de contar historias en viñetas. Entre estos artistas se pueden mencionar a Leo Lamie (Ni sol, ni sal), Erick Levy (Butterfest, Welcome to Ichtelion!) y Guillermo Meza (Satori), entre otros.

Estas obras, estilo Cómic y Manga panameños, se encuentran listadas en esta página web con enlaces hacia sus espacios de revisión y consumo.

Manga Panameño

Era solo cuestión de tiempo para que el fenómeno que había conquistado a diversos países de Asia, Europa y Norteamérica llegara a nuestro país.

De esta manera, la estrecha relación diplomática e intercambio cultural que inicia a principios del siglo XX entre Panamá y Japón sirve como entrada al anime6, un fenómeno televisivo que sigue cautivando a personas de distintas generaciones, estos seriados fueron un éxito sobre fronteras y Panamá no fue la excepción.

En Panamá se transmiten animes desde la época de los sesenta. Desde ese entonces podemos notar claramente la influencia que ha generado entre las personas que consumen estas historias. Fue así, que, entre becas de estudio, relaciones comerciales, donaciones y ayudas humanitarias (Rodríguez de León, 2012), llegarían a las salas de los hogares panameños personajes como el Astro boy (Tetsuwan Atomu) de Osamu Tezuka o el Mazinger Z (Majinga Zetto) de Go Nagai, que formarían parte de una larga lista de héroes construidos bajo el punto de vista sociocultural nipón que encontrarían un lugar en la cotidianidad del panameño. Estas animaciones contaron con una gran aceptación del público local y el auge creado por sus personajes sirvió como ventana para la entrada del cómic japonés, mejor conocido como manga.

Estos mangas envolvían a los lectores locales en un estilo que, si bien conservaba algunas características de la secuencia de paneles del cómic norteamericano, este ofrecía una serie de onomatopeyas7 vanguardistas que facilitaban y maximizaban las acciones de sus personajes. Al mismo tiempo, su estilo de dibujo era diferente, un dibujo más hermoso y expresivo.

Delmiro Quiroga (célebre ilustrador y caricaturista local), aportó su experiencia con este estilo de dibujo y su posible influencia dentro del escenario local, «Definitivamente el estilo manga ha sido muy fuerte, compenetró mucho con el artista local y mi teoría es que el manga es como una plantilla. Más o menos dibujar o hacer un personaje manga es muy parecido, siempre va a mantener los mismos rasgos, los ojos grandes, la boca pequeña, el cabello de cierta forma y entonces de repente le facilita a la persona que le gusta dibujar. Logran dibujar un manga y les queda bien, por eso se mantienen ahí en el estilo manga». Esta sencilla adaptación de su estilo gráfico da pie a los primeros intentos de contar historias hechas por panameños al estilo japonés.

En 2006, el historietista panameño Mario Controni G., crea el personaje llamado Chispa, siguiendo los modelos del manga japonés (Del Vasto, 2014), lo que se podría interpretar como uno de los primeros intentos de mostrar un personaje estilo manga hecho en Panamá. Pero es hasta el año 2015, que veríamos lo que es aceptado por muchos entusiastas del arte secuencial como el primer manga panameño.

Mercenary Bloodline de Álvaro Urrutia (Diseñador gráfico) es reconocida como la primera adaptación de una historia estilo manga hecha y distribuida en Panamá. Su protagonista (Chryslette) inicia un viaje dentro del peligroso mundo de los mercenarios, lo que el autor aprovecha para plasmar un relato fantástico a través de sus paneles. Seguidamente, en 2016, llegan otras dos historias que formarían la llamada «tríada» de los primeros mangas panameños. Uno de ellos es Alien Defender Maky de Julio Quintero (Cirujano Oftalmólogo, amante de la cultura japonesa) —actualmente es el manga de mayor consistencia en sus publicaciones dentro del escenario local— y Blueprint, que nace desde el pincel Albert Weand (Ilustrador, 2D Artist) y se ha caracterizado por tener el diseño de arte más ambicioso entre las historias de estilo manga panameñas.

Actualmente, se ha logrado ubicar treinta historias de estilo arte secuencial, locales y disponibles para su consumo, tanto en formato físico como en digital. Se muestra un aumento exponencial en la cantidad de historias publicadas en el año 2019, de la mano de la Antología de Historietas Panameñas, una iniciativa publicó quince historias dentro de un gran volumen recopilatorio.

Estas obras, estilo Cómic y Manga panameños, se encuentran listadas en esta página web con enlaces hacia sus espacios de revisión y consumo.

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